Archivos Mensuales: junio 2017

​¿Se venden indulgencias en algunas iglesias cristianas?


En un sentido, sí. Hace 500 años estalló la Reforma Protestante a raíz de la protesta de Lutero principalmente por la práctica de la venta de indulgencias. Las indulgencias eran un documento que las personas compraban el cual estaba firmado por el Papa y concedía el perdón o disminución de las penas del purgatorio para familiares que habían fallecido y supuestamente estaban sufriendo en dicho lugar (que no existe). La razón es que en ese entonces Roma estaba enfrentando serios problemas económicos y necesitaba dinero.
Sin embargo, siglos después algunas iglesias en cierto sentido promueven algo similar. Creo que todos hemos escuchado o presenciado cómo en ciertas iglesias se enseña que para obtener un milagro o lograr que Dios conceda una petición, la misma debe ir acompañada de una «siembra» de una «semilla de fe». ¿Y qué es esto? No es otra cosa que dar una aportación económica. Para las personas obtener prosperidad económica, sanidad u otro beneficio, debe dar dinero al predicador o a la iglesia y así Dios se ve obligado a concederle lo que se pide.
Es escandaloso ver cómo se recurre a la manipulación y a la coacción para lograr que las personas den dinero porque si no se siembra dinero no se recibe la bendición. Mientras más cantidad de dinero se dé, más rápido vas a recibir tu milagro. Es similar a la indulgencia en el sentido de que se da un beneficio material para obtener el favor divino. Lo triste es ver cómo muchas personas han sido engañadas por estos seudo-pastores, seudo-apóstoles y seudo-ministros que se valen de esta treta para lucrarse.

Está de más decir que esta enseñanza es una distorsión del mensaje bíblico. La Escritura nos dice en 2 Corintios 9:5 que las personas deben de dar por generosidad y no por exigencia de los pastores. Y en el versículo 7 nos dice: «Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.» Dar para la obra de Dios no es un negocio; no es una inversión para luego esperar recibir mucho más a cambio. El cristiano da voluntariamente con gozo y con gratitud, y según lo que ha propuesto en su corazón.

No caigamos en la trampa de la venta de las nuevas indulgencias. ¡Cuidado con los mercaderes del templo!
Pastor René X. Pereira