Cuando consagrar nuestra vida a Dios cuesta…
Éxodos 32:25-29
Quizás una de las imágenes más fuertes, y que más nos choca al leer la Palabra de Dios, es la que encontramos en el libro de Éxodos cap.32 versículos del 25-29. En esta porción encontramos la narración del momento en el que Moisés, el líder que Dios había levantado para guiar al pueblo de Israel a la tierra prometida, ordena a todos aquellos que habían resuelto o habían decidido serle fiel a Jehová Dios, que pasaran juicio y mataran a toda aquella persona, incluyendo a los de su familia, que estuviera practicando el pecado de la idolatría. Ésta narración es por demás dura y hasta pudiera parecer cruel e insensible. Les confieso que es una de esas partes de la Palabra de Dios que me causa incomodidad leer. Sin embargo, en honor a la verdad, también les tengo que confesar lo siguiente; las ocasiones en que he meditado en ella, ésta porción ha sido un instrumento útil en las manos de nuestro Dios para confrontar mi vida. Y por eso me he animado a escribir sobre ella.
Hay verdades bíblicas, que desde el principio, nuestro Dios quiso dejar claras. Y una de esas verdades lo es la siguiente: “Consagrar nuestra vida a Dios siempre conllevará un costo”. Ésta verdad la vemos claramente reflejada en ésta porción.
En esta porción se nos narra la forma dura en que hombres, que decidieron poner primero a Jehová en sus vidas, tuvieron que mostrar que para ellos Dios era primero. Estos hombres demostraron su sujeción y sumisión a Dios por medio de una obediencia incondicional a sus estatutos y mandato.
Aquellos hombres de la tribu de Leví consagraron sus vidas a Dios, en otras palabras mostraron su rendición total, su lealtad incondicional, la dedicación total de sus vidas a Dios, por medio de un acto de obediencia que sobrepasa nuestro umbral de raciocinio e intelecto. Aquellos hombres fueron por encima de lazos emocionales y afectivos, que les unían a familiares y amigos, para cumplir así con la voluntad de Dios y preservar el honor y gloria que Dios merece. Aquella tarea no debió haber sido fácil. Para entenderlo solo debemos imaginarnos estar en la posición de aquellos hombres y nos daremos cuenta de lo terrible que debió haber sido. Sin embargo, a pesar de lo duro que pudo haber sido, tenemos que decir, que aquellos hombres cumplieron a cabalidad con su cometido. Mostrando así su consagración a Dios.
Al meditar en esta porción hay una pregunta que debería llegar inmediatamente ante nuestra consideración, y la pregunta es la siguiente; ¿el Dios que requería a su pueblo tal consagración al servirle, seguirá pidiendo lo mismo a su pueblo hoy?
La respuesta, mis amigos, por dura que parezca, es sí.
Amados, aun cuando nos parezca ilógico pensar así, la respuesta sigue siendo la misma; el Dios que ayer pidió tal consagración a su pueblo, es el mismo Dios hoy, y pide el mismo compromiso de consagración a su pueblo.
Que difícil se le puede hacer al cristiano de hoy día, entender esta verdad. Para la iglesia de hoy, en especial para la de occidente, esta forma de seguir a Cristo ha venido a ser ajena o muy lejana. Dar el lugar que solo a Dios le corresponde y consagrar nuestra vida a Él, aunque ello nos cueste, son temas muy poco comunes en los pulpitos de hoy.
Amados consagrar nuestra vida a Dios sigue costando lo mismo.
Nuestro Señor Jesús dijo: “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aún su propia vida, no puede ser mi discípulo.” Lucas 14:26
Amados hoy día el pueblo de Dios no busca consagrar su vida pretendiendo alcanzar el favor y la aceptación de Dios. Ya el favor de Dios, el ser aceptados por Dios, ha llegado al creyente por medio de Cristo. La salvación no nos cuesta nada. Por gracia hemos sido salvos. Sin embargo tenemos que entender que dedicar nuestra vida a Dios, consagrar nuestra vida a Él, nos puede costar todo. Nuestro Señor mismo, como leímos, lo dijo.
Quizás hoy, bajo el nuevo pacto de Gracia, el pueblo de Dios no está llamado a ejecutar el juicio de Dios. Ningún creyente está llamado a matar o quitar la vida a nadie, sin embargo el principio que propulsó aquel acto en el Antiguo Pacto, sigue estando vigente hoy y se debe honrar; “Nuestro Dios es el que debe ocupar el primer lugar de nuestras vidas y nada, ni nadie, debe tomar ese lugar porque poner a alguien en el lugar que solo corresponde a Dios se llama idolatría, y eso Dios lo condena.”
Amados, en muchas ocasiones, poner a Dios en primer lugar, en otras palabras consagrar nuestra vida a Él conllevará tener que ir por encima de lazos amorosos y afectivos. Como lo hicieron aquellos hombres de la tribu de Leví. Es por esa razón que nuestro Señor nos habló de aborrecer a padre, madre, hermanos, hermanas y hasta nuestra propia vida.
Sabemos que nuestro Dios, es un Dios justo que no se deleita de las injusticias. Cuando estudiamos la Palabra de Dios, nos damos cuenta que nuestro Dios, siempre ha pedido a sus hijos que obren de manera piadosa y justa para con los suyos. Tenemos como ejemplo el primer mandamiento con promesa, “honra a tu padre y a tu madre para que tus días se alarguen sobre la tierra”. Entonces conociendo esto debemos entender lo que nuestro Señor nos pide: Él no nos pide que seamos malos hijos y abandonemos nuestras responsabilidades; Él no nos pide que ignoremos las necesidades de nuestras esposas e hijos, usando como pretexto nuestro servicio a Él. Por el contrario lo que Él desea es que siendo hombres y mujeres consagrados a Él seamos buenos ejemplos en todo poniendo el hacer Su voluntad como prioridad en nuestras vidas.
Nuestro Señor no desea que NO amemos a nuestros seres queridos. Lo que Él desea, es que nuestro amor por Él sea mayor que el amor que podamos sentir por cualquier ser humano. Y mis amados, cuando hacemos así, cuando le amamos a Él más que a cualquier persona, como consecuencia vamos a amar verdaderamente a los que nos rodean.
Hace unos meses atrás escuche la siguiente noticia: En la ciudad Alepo en Siria, un pastor tuvo que soportar ver la tortura y crucifixión de su hijo luego de haber caído en manos del grupo extremista islámico conocido como ISIS o Estado Islámico. La noticia decía que los extremistas le pidieron reiteradamente a aquel pastor que negara a Cristo y así evitaría el dolor a su hijo y a otros creyentes que estaban bajo su cuidado. Y hasta él mismo se salvaría. Aquel varón no accedió ante aquella petición. En otras palabras decidió ser fiel a Dios y pasó por encima de sus lazos amorosos y afectivos. Como consecuencia de ello tuvo que pasar por el durísimo momento de ver a su hijo sufrir, ver a sus ovejitas sufrir, para luego terminar también crucificado al lado de su hijo.
Amados consagrar nuestra vida a Dios cuesta…
Amigo y hermano que lees esto, la consagración de nuestra vida a Dios comienza con pequeños actos de fe. Son los pequeños pasos de fe que damos a diario los que van preparando nuestro corazón para poder cumplir con las grandes demandas de Dios a nuestras vidas.
Sabemos que Dios mismo es el que pone el querer como el hacer por su buena voluntad en nuestros corazones, pero el actuar, mis hermanos, nos corresponde a nosotros. Es en el diario que mostramos nuestra lealtad a Dios. Cuando por ejemplo tenemos que decidir entre agradar a Dios antes que agradar a nuestros padres que desean que no sirvamos a Dios porque esa no fue la religión que nos enseñaron, nos consagramos a Dios; cuando en el trabajo nos piden que hagamos algo que va en contra de los principios de Dios y no lo hacemos, aun cuando esto implica quedarnos sin empleo y no tener una fuente económica con la cual sostener a nuestra familia, nos consagramos a Dios; cuando no admitimos que nuestros hijos practiquen, en nuestros hogares, conductas que ofenden a Dios, aun cuando esto implique que ellos se molesten y nos abandonen, consagramos nuestras vidas a Dios. Es en pequeños actos como estos donde mostramos que para nosotros Dios es primero. Amados consagrar nuestra vida a Dios implicará en ocasiones, como ya dijimos, ir por encima de nuestros lazos afectivos y emocionales.
Tú y yo estamos llamados a consagrar nuestra vida a Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable; a Aquel que nos amó sin merecerlo. Nuestra vida debe ser una de consagración total a Él; por agradecimiento, por amor. Sabiendo esto, entonces la pregunta que deberíamos hacernos es; ¿Habrá algo o alguien que me esté impidiendo consagrarme totalmente a mi Dios?
Pastor Wilfredo Borrero García
Publicado el febrero 3, 2016 en Uncategorized. Añade a favoritos el enlace permanente. Comentarios desactivados en Cuando consagrar nuestra vida a Dios cuesta….